EL PLACER DE LA TORTURA

Antes de convertirse en el juguete de las tres hermanas Chevrotine, antes de haber tenido que soportar el encanto de sus arañazos, latigazos y otras delicadezas, Gedeón había tenido una infancia difícil.

El día en que Lady Goddard descubrió un mapa de Rusia en la cama de su vástago, le otorgó un castigo que perturbó al chiquillo. Horriblemente impresionada por la sensación de esta cosa innombrable creciendo contra su pierna mientras ella lo azotaba con viveza, se atrevió a molestar a su esposo, Lord Marmeduke.
Lord Marmeduke se puso como un loco cuando se enteró del horroroso incidente, y decidió dar inmediatamente a su hijo un brutal castigo.
Cuando recobró el conocimiento después del castigo paterno, Gedeón fue enviado a un pensionado extranjero, cuya disciplina se basaba en una original teoría descubierta por el director y propietario de aquel establecimiento.
El mismo día de su llegada, Gedeón fue rapado antes de tener el honor de ser embutido en un mono fundido especialmente a su medida. Después, añadieron a su uniforme algunos aderezos banales: cadenas, cánula, tacones altos, estrangulamiento del pene. Y así, fue conducido a una de las salas de estudio. Durante varios años, tendría que acudir allí a diario.
El procedimiento educativo se basaba en un simple principio de castigos y recompensas: cada respuesta equivocada suponía una descarga eléctrica en el ano y el pene.
Durante estos años de suplicio, Gedeón no conoció ni un día de descanso.
El director le aconsejó luego que se enrolara en la marina.
Cuando hubo ingresado en el cuerpo, Gedeón se dio cuenta de que la marina no podía enseñarle nada que él no supiera. Pero era demasiado tarde. Se hubiera tirado al agua en zona infestada de tiburones si, por azar, el ciclo de vacunas que había tenido que soportar no le hubiera llevado al borde de la muerte a las pocas semanas.
Cuando salió del estado de coma, se encontró en la enfermería de una escuela inglesa en Jamaica, desde donde tenía que ser repatriado a Gran Bretaña. La enfermera encargada de cuidarle en su convalecencia no era otra que RoseMary Chevrotine.
Habiendo oído hablar de aquel joven aristócrata atormentado, imaginó enseguida el provecho que podía sacar de una tal situación; y no le costó ningún trabajo conseguir que Gedeón le fuera confiado.
Antes de finalizar su convalecencia le preguntó si quería entrar a su servicio, sin ocultarle que tenía la intención de mantenerle bajo la más estricta autoridad.
Gedeón aceptó inmediatamente y cuando subieron al barco ya le pertenecía en cuerpo y alma a la deliciosa RoseMary Chevrotine.
Aunque adorable y encantadora, RoseMary Chevrotine tenía, de todas formas, algunos caprichos algo dolorosos para quienes la rodeaban.
Para evitar que Gedeón formulara alguna objeción, lo amordazó durante la semana siguiente, contentándose con mear de vez en cuando sobre él para evitar que se deshidratase.
Una vez desembarcados en Gran Bretaña, RoseMary y su esclavo se dirigieron a la propiedad de las Chevrotine.
El día de su llegada, invitó a su amiga Hortensia a tomar el té. Mientras la esperaba, se divirtió clavando alfileres en las yemas de los dedos de Gedeón, a quien angustiaba la idea de que una gota de sangre pudiera mancharle la ropa.
¿Qué iba a pensar Hortensia?
Evidentemente, no podía sospechar que Hortensia era tan cruel como RoseMary. Su amistad se basaba en este gusto compartido de hacer sufrir a los hombres.
Sin embargo, toda aquella violencia iba acompañada de algunas delicadezas, y al ser masturbado al mismo tiempo que le golpeaban, Gedeón comprendió que al fin había encontrado su lugar. Malos tratos y masturbaciones parecían ser su destino, pero únicamente le gustaban si venían de dulces manos femeninas.
Hortensia y RoseMary tuvieron la idea de ir a dar un paseo por los alrededores. Gedeón gozó de estos instantes de tranquilidad andando por verdes prados.
Las dos jóvenes desgarraron sus propias ropas y se pusieron a correr por la carretera en dirección a un motorista vestido enteramente de cuero.
— ¡Ayuda! ¡Nos violan! —se pusieron a chillar.
Explicaron al mocetón que Gedeón, al que pretendían no conocer, les había agredido para arrebatarles su virtud. Luego, pidieron al viril paseante la reparación de la ofensa y éste accedió encantado.
Sin otro comentario se despojó de su traje de cuero y dio por el culo a Gedeón mientras las dos amigas lo sostenían contra el suelo.
Hortensia cogió disimuladamente una piedra y aporreó con ella en la cabeza al motorista mientras este eyaculaba en el recto de Gedeón.
Gedeón tuvo que arrastrar al inconsciente motorista —que se llamaba Malcom— hasta el castillo de las Chevrotine. Tuvo incluso que llevarlo a la cama de su bienhechora, lo que le hizo sentirse algo celoso.
Cuando le pidieron que trajera el té, la visión del motorista desnudo en brazos de RoseMary le hizo gritar de rabia. Un minuto más tarde, era conducido a los sótanos del castillo.
Aquel día, Gedeón, loco de celos, perdió el control y llegó a cometer un sacrilegio que tendría que lamentar durante mucho tiempo.
Cuando RoseMary se disponía a colgarlo por los testículos, aprovechó un segundo de distracción de su bienhechora para apoderarse del látigo. Lo alzó encima de ella y, casi sin darse cuenta, lo dejó caer. El ruido del cuero sobre la suave piel de RoseMary le hizo comprender demasiado tarde la gravedad del sacrilegio que acababa de cometer. Al grito de su amiga acudió Hortensia, que traía a Malcom arrastrando por los pelos.
En cuestión de segundos, Gedeón se encontró atado, colgado y acariciado por todas partes por desgarradores latigazos.
En el transcurso de la noche y hasta una hora avanzada de la madrugada, la morada de la familia Chevrotine se hizo eco de los aullidos de Malcom y Gedeón.
A la mañana siguiente, dóciles y vestidos ambos con ropas de mujer, y cuidadosamente maquillados por Hortensia, fueron a servir el desayuno a RoseMary y luego fueron utilizados para satisfacer a las dos jóvenes de maneras diversas.
**********
(Texto compendiado del libro de Bart Keister RoseMary Chevrotine)
- Continúa -

2 comentarios: